Ya que has entrado en este pequeño espacio, por favor, hazlo con calma, respirando despacio, sintiendo como el aire llena, no sólo tus pulmones, sino todo tu cuerpo...Todo va muy deprisa, pero yo no quiero olvidar lo que dijo Dalí: “La vida es aspirar, respirar y expirar….”
Tinta de verano.
Me prometiste que no me reprocharías mis faltas de ortografía, que mis exclamaciones fuera de lugar no te molestarían, que serías comprensivo con aquel dichoso punto y coma que tantas veces dejaba vacío. Te amenacé con borrarlo todo sino hacías que esos puntos y a parte se transformaran en seguidos; ignoré lo que viene después de los dos puntos y ya ha sido previamente advertido. Hubo una temporada que estuve tan enganchada a aquellos interminables guiones que acabé mareada, vomitando ácidos puntos suspensivos que sabían a fresa y envolvías en cariño. Tus comillas siempre tan sarcásticas y ajenas, mis comillas tan vulgares y serias; aprendí que todo lo que empieza simple se puede duplicar o terminar por odiar. Gritábamos, desesperados, buscando las llaves que abrían los malditos corchetes mentales perdidos dentro de tanto paréntesis y sus variables. Olvidamos que nacimos de la comunicación, y nos empeñamos en aprender un idioma sin tildes para ver quien cargaba cada vez con menos signos de interrogación...quisimos aprender una lengua sin normas ni acentuación, y por extenuación, peleamos hasta gastar toda la tinta que bombeaba nuestro corazón. Pasó el tiempo y al no saber donde poner el punto final, tu te llevaste los signos de puntuación a otro lugar, y yo me quedé tejiendo sola con los puntos que no lograste poner sobre mis ies, un colorido collar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario